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martes, 5 de julio de 2011

Niños y Hombres salvajes , Una ”esquimal” en la campiña francesa



¿Puede el hombre volver al estado animal? Esta perspectiva., a la vez fascinante y repulsiva, es sostenida por una serie de relatos y observaciones que se remontan a los tiempos más antiguos.
Para que el “hombre salvaje” ya no provocara miedo y se conviniera en un ser "aceptable", fue necesaria la intervención de la ficción, la creación de un héroe como Tarzán, capaz de conservar su humanidad mientras desarrollaba al mismo tiempo un cuerpo de atleta y adquiría los sentidos aguzados de los animales.
La realidad es muy diferente: los casos conocidos son dramáticos, dan lástima. Le recuerdan dolorosamente al hombre que el barniz de la civilización es delgado y que la bestialidad siempre resurge a la primera ocasión.

La “esquimal” de la Champaña
En septiembre de 1731, en Francia, una niña de unos 10 años de edad llega al poblado de Sogny, cerca de Chalons-sur-Marne. Está descalza, vestida con pieles de animales y lleva un pedazo de calabaza a modo de sombrero. Armada con un garrote, logra matar a un perro que un campesino lanzó contra ella. Luego de su captura, se descubre que tiene pulgares muy desarrollados y que su piel, bajo la mugre, es blanca. Los testigos le encuentran un tipo físico parecido al de los esquimales.
Durante un tiempo la niña permanece muda. Su régimen alimentario se compone entonces básicamente de pequeños animales que atrapa y come crudos. A medida que pasa el tiempo, la niña termina por aprender a hablar y finalmente se conocen detalles acerca de su vida pasada. De este modo, parece que durante su vida salvaje tuvo por compañero a otra niña, aparentemente una negrita, a quien le rompió el trineo durante una pelea. De hecho, algunos campesinos dicen haber divisado en una oportunidad e intentado en vano capturar a una niña negra. La "esquimal" cuenta también haber sido recogida por una mujer que le dio ropa. Anteriormente, parece haber vivido desnuda.
Más adelante las “ventajas” de la civilización parecen tener efectos negativos en la niña. No se acostumbra al régimen alimentario de los que la adoptaron. Pierde los dientes y se enferma con frecuencia. Algunos médicos poco inspirados ven en esto una rebelión de su naturaleza salvaje y le practican sangrías para debilitarla... La salvajuela casi muere de verdad, y luego todo termina por normalizarse. Ingresa a un convento parisino, destino común de los niños perdidos. Entrada en la normalidad, se pierde su pista.

La estrella de los hombres salvajes El estadounidense Edgar Rice Burroughs (1875-1950) supo crear, con Tarzán, a un personaje que dejó la literatura para constituir un mito moderno, y el de marca registrada. Ampliamente inspirado en las aventuras africanas de Allan Quatermain, del escritor inglés Sir Henry Rider Haggard (siendo la más famosa, Las Minas del rey Salomón ), la saga del hombre mono se desarrolla, sin embargo, en una África puramente imaginarla donde la exactitud está totalmente ausente. Esa África, casi tan foránea como el planeta Marte de la otra gran serie de Burroughs (el ciclo de John Carter), es el lugar de las aventuras generalmente fantásticas en el transcurso de las cuales Tarzán encuentra civilizaciones perdidas, dinosaurios, se ve reducido a un tamaño de 50 cm, etc., La primera novela, Tarzán de los monos , es publicada en revistas, en 1912 y luego como libro en 1914. Veintiún otros libros, de interés muy desigual, se publican en vida del autor, y dos póstumamente. Popularizadas en los años 30 por las películas protagonizadas por Johnny Weissmüller, las aventuras del famoso superhombre de la jungla encantan a un público que se está innovando constantemente ya sea en librería, en el cine o en la televisión.

Un origen sin dilucidar
Que la niña haya logrado sobrevivir al estado salvaje en la campiña francesa del siglo XVIII constituye más un récord de resistencia física (desgraciadamente acompañada de un deterioro mental) que un misterio. El verdadero enigma es el origen de los dos niños, ya que la salvajuela es incapaz de decir algo acerca de su vida antes de llegar a Francia, si efectivamente fuese de origen extranjero. Sólo recuerda a un gran animal que vivía en el agua y haber cruzado el mar en dos oportunidades. El animal acuático podría constituir una pequeña prueba adicional que pertenecía a una población de esquimales, que se dedicaban a cazar cetáceos y focas. Su compañera negra y la indicación que había cruzado el mar en dos oportunidades apoyan la idea de un origen norteamericano y no noreuropeo. Quizás ambas niñas sólo eran “recuerdos” de viaje traídos a Francia, luego perdidos, por un viajero procedente del Nuevo Mundo... Sea lo que fuere, la "esquimal" de Champaña alimenta a tal punto la crónica de la época, que el gran naturalista sueco Carl von Linné la incluye entre sus nueve especímenes de homo sapiens ferus, una subespecie de la humanidad creada por él, en su trabajo Systema naturae, publicado en 1758.

Niños criados por animales
Existen dos tipos de niños salvajes: aquellos que deben sobrevivir por si mismos, como la "esquimal" de Champaña, o el niño salvaje del Aveyron (1800), héroe de una película de François Truffaut, y aquellos que realmente parecen haber sido criados por animales. La posibilidad de esta educación animal fue rebatida por mucho tiempo por los escépticos, hasta el caso de los niños-lobos de Midnapore (India. 1920), que aportó una prueba convincente a este expediente, del que se extraen aquí algunos casos recientes.
Animales en lugar de padres. La edición del 5 de septiembre de 1937 del American Weekly relata el descubrimiento de una niña, en un asilo de locos en Turquía, que parece haber pasado ocho años viviendo con una familia de osos antes de ser capturada por un cazador. A su llegada al asilo, la niña se comporta de una manera exactamente igual a la de sus padres adoptivos. En el Daily Mirror inglés, del 1 de febrero de 1971, aparece el relato de los encuentros con un niño-gacela que se desplazaba a saltos y era aceptado por esos animales en el Sahara español. Hecho que fue confirmado por el antropólogo francés Jean- Claude Armen, que vio al extraño pequeño lamer la frente de las gacelas como signo de reconocimiento. Esta vez, fue imposible capturar al niño en cuestión.
Padres más salvajes que los animales. En 1833, el gran criminalista alemán Von Feuerbach describe a una muchacha-cerda de 22 años, que había sido criada por una porqueriza. Una de sus piernas estaba muy deformada, gruñía como un cerdo para expresarse, y le costaba desplazarse como un ser humano. Tan terrible como ése resultó ser el destino, relatado en los Anales de lo Extraño de 1981, de una pequeña portuguesa de nueve años que fue descubierta en 1980 viviendo en un gallinero donde su madre la encerró desde su nacimiento. Manifiesta las mismas reacciones que las gallinas, duerme en el suelo y camina de una manera muy extraña, moviendo sus brazos como si fueran alas. Mas todo se paga en esta vida: la madre fue encerrada a su vez...

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