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miércoles, 8 de junio de 2011

La Gran Serpiente de Mar



En julio de 1897, la cañonera francesa Avalanche , que estaba patrullando en el norte de la bahía de Along, en el Tonkin, trata de matar a dos serpientes de mar. Es la primera vez que un navío de guerra dispara un cañonazo en contra de una de estas criaturas que se cuentan entre los más famosos enigmas de la zoología.
La Avalanche no es el primer buque en descubrir tales animales en la bahía de Along, pero es el único que lo encuentra tres veces en ocho meses y su experiencia constituye uno de los testimonios más importantes en favor de la existencia de la gran serpiente de mar.

Un misterio de múltiples identidades
Después de un profundo estudio del tema que le dio renombre mundial en los años sesenta, un zoólogo belga, el doctor Bernard Heuvelmans piensa que detrás del nombre genérico "serpiente de mar" se disimulan diferentes tipos de animales gigantes, demasiado escasos y veloces para que haya sido posible alguna vez capturar alguno. Habría cinco tipos de animales cuyo movimiento ondulatorio vertical los clasifica entre los mamíferos. Dos serían pinnípedos (tipos llamados cuello largo y caballo marino), tres serian cetáceos (llamados multijoroba, multialeta y super-nutria) acercándose a los arcocetáceos, (fósiles que se conocen por su cuello delgado). Vendría después un reptil (llamado "saurio oceánico", que puede ser un cocodrilo gigante o un saurio de la antigüedad, ambos sobrevivientes de la prehistoria. En fin, encontraríamos unos tipos de anguilas gigantes, única especie de la que se haya capturado un individuo en estado de larva y que medía 2 metros de largo.

Primer encuentro
Revelado en la edición del 5 de marzo de 1898 del Courrier d'Haiphong (Correo de Haiphong), el pleito del teniente de navío Lagrésille y de su tripulación con los monstruos marinos comienza en julio de 1897 durante una patrulla frente a la bahía de Along.
Si se cree en la declaración del oficial, dos animales de más de veinte metros y de un diámetro de dos a tres metros aparecieron repentinamente en la superficie del agua.
Contrariamente a las serpientes, se desplazan con ondulaciones verticales. Inmediatamente Lagrésille hace alistar uno de los cañones de repetición del buque y ordena un disparo a 600 metros. El tiro es ligeramente corto y los animales, asustados, vuelven a sumergirse resoplando ruidosamente y dejando en la superficie un remolino similar al de una rompiente. Los testigos tienen el tiempo de observar la pequeña dimensión de sus cabezas.
El retorno de los monstruos
La segunda observación se revela mucho más tormentosa. El 15 de febrero de 1898, mientras la Avalanche atraviesa la bahía de Fai-tsi-loung, al norte de la bahía de Along, dos bestias parecidas a las del primer encuentro se perfilan en el mar. Esta vez Lagrésille no duda y enfila tras ellas. A 300 ó 400 metros del blanco, los cañones de repetición disparan y registran a lo menos dos tiros en el blanco, en uno de los animales, sin embargo, aparentemente, ninguno lo deja herido, uno de los animales desaparece en las profundidades y la Avalanche trata de dar un espolonazo a otro, pero éste es demasiado rápido. La cañonera lo persigue entre las islitas de Fai-tsi-loung. La cacería dura, en vano, una hora y media, durante la cual los marinos franceses pueden observar a su gusto el animal. Su tamaño se acerca a los treinta metros, su piel es gris y lisa, sus aletas son negras y cada una de sus emersiones es precedida de un chorro de agua vaporizada, producido por la violencia de su respiración.
Su cabeza se parece a la de una foca, pero es dos veces más grande, y una cresta en forma de dientes de sierra sigue la línea de su lomo.

Un almuerzo agitado
El 26 de febrero de 1898, Lagrésille invita a bordo al comandante Joannet y nueve oficiales del acorazado Bayard . La víspera, en una recepción, se había burlado de él y de su historia. Durante el almuerzo, mientras la cañonera navega nuevamente por la bahía de Fai-tsi-loung, un marinero corre a avisarles que dos "serpientes de mar" están a la vista. La Avalanche persigue una de ellas durante 35 minutos y Lagrésille y sus invitados pueden observarla claramente a unos 200 metros. Dos de los oficiales poseen una cámara fotográfica, pero la demora en armarlas permite al animal alejarse demasiado como para que logren una fotografía nítida.
De vuelta a bordo del Bayard , el comandante Joannet pone al corriente al almirante de la Bédolliere , quien envía un telegrama al gobernador general Paul Doumer, futuro presidente de la república, para informarle de lo observado y de su intención de organizar una batida con cañoneras y lanchas de vapor para tratar de capturar uno de los animales. Pero unos incidentes fronterizos con China le impiden poner en marcha su proyecto: las serpientes de mar, una vez más, llevan su secreto a las profundidades del mar.

Monstruos a profusión
Desde la antigüedad, los marineros no dejaron de enfrentarse a la serpiente de mar. Pero, hasta el siglo XVI, la mayoría de los relatos son poco precisos. Algunos de los encuentros recientes son a veces extraordinarios.
¿En familia? En 1876, el vapor británico Néstor, divisa en el estrecho de Malaca un monstruo de una longitud impresionante de unos 65 metros, cuya cola cilíndrica mediría, 45 metros... Tales cifras hacen pensar que la tripulación en realidad vio a un adulto con sus pequeños nadando en fila uno detrás del otro.
Torpedeado. El 30 de julio de 1915, el submarino alemán U-28 hundió al vapor británico Iberia. El barco explota a una profundidad de entre 100 y 200 metros, y una especie de cocodrilo gigante de unos 20 metros de largo es eyectado al aire junto con restos y desechos del barco, para luego caer al mar retorciéndose.
Abordado. El 30 de diciembre de 1947, el barco americano Santa Clara choca a la altura de Carolina del Norte con un animal en forma de anguila de unos quince metros de largo, que se hunde después de haberse retorcido unos instantes en un gran charco de sangre.
Encuentro bajo el mar. En octubre de 1969, el submarino de bolsillo Alvin se encuentra cara a cara, frente a las costas de las Bermudas, a 270 metros de profundidad, con un animal grande con cabeza de reptil, un largo cuello y aletas. La bestia desaparece antes de poder ser filmada.
Sobre el puente de un pesquero. El 10 de abril de 1977, el pesquero japonés Zuigo Maru, iza a bordo un despojo monstruoso de más de diez metros, no lejos de Nueva Zelanda. Exhala un olor tan fétido que el comandante ordena lanzarlo de vuelta al mar. Las fotografías muestran un animal de cuello largo y una gran cola que recuerdan a un plesiosauro. Es la noticia de primera plana en Japón, y la bestia inspira, incluso, un personaje de tira cómica.

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